miércoles, 2 de abril de 2014

Europa, una puerta abierta hacia el futuro, un futuro tanto español como, en general, europeo.


Georghe Mihai Bob sabe de lo que habla cuando define su visión de la Unión Europea como «una puerta abierta hacia un futuro mejor» para los jóvenes de su país. A eso vino él, a por un futuro mejor. Rumanía aún no pertenecía a la UE, él no tenía papeles y los inicios fueron «complicados». Luego regularizó su situación, se formó como albañil y vivió la ascensión y caída del ladrillo. El paro también se le acabó. «Voy buscando, y quiero darme de alta de autónomo, pero las cosas están mal», explica. Lo que no quita que se sienta plenamente integrado: «Este país me ha acogido muy bien, y yo soy de donde vivo y trabajo. Estoy muy contento de estar aquí». Eso es lo que valora de la UE, «la oportunidad de que los jóvenes puedan hacer algo con su vida» más allá de las fronteras de su país. ¿Y políticamente? «No, en política yo no me meto». Cambio de tercio.
Rumanía y Bulgaria accedieron a la UE en el 2007, pero como parientes pobres. Sus trabajadores no circularon libremente hasta el pasado enero. «No era lógico. O entras o no entras, pero que una vez dentro te quiten derechos me pareció mal», sostiene Georghe, aunque sin amargura: «Ya pasó».
¿Cómo ha cambiado su país en estos años? «Económicamente se nota una cierta mejora. Hay más inversión de fuera y algo más de trabajo. La gente gana poco, pero puede vivir. Aunque los precios de los alimentos, por ejemplo, han subido más que los sueldos». Georghe es paciente: «Creo que vamos por el buen camino. Todo lleva su tiempo y su sacrificio». Pero pese a tanta flema y tanta prudencia, acaba por meter el dedo en la llaga: «El problema es que al cambio económico no le ha acompañado una renovación política. Pero no, yo en política no me meto» J. S.

No hay comentarios:

Publicar un comentario